lunes, 27 de abril de 2009

Sheila rivera 

31 de marzo de 2009

 

Mil vueltas por una sola partida

 

Hace unos años, tan solo una niña que vivía día a día.  Trabajando por el presente donde solo importaban las amistades y el dirían.  Luchaba por una familia, que no lo sabía pero el bienestar de ellos era su responsabilidad. Les daba todo sin importar lo que pasaría, actuando como una mujer cuando en realidad era solo una niña.

Trabajaba y no reía, viendo  como su juventud se perdía. Pero era su deber, pues luego de su padre era ella quien los mantenía, aunque llena de dolor por el recuerdo de su padre después de aquella larga partida.

La niña, a su familia les daba de comer, y los vestía, les cubría sus necesidades y ni eso se lo agradecían.  Ya a sus quince  años, tenía una relación en donde nadie sabía que dentro de aquella ilusión, estaba aquel joven lleno de antipatía.

Al pasar el tiempo ella se daba cuenta que en realidad no lo amaba, le encantaba su orgullo, su vestir, pero amor no había.  Ya a sus  dieciocho años, miraba alrededor y muchas puertas de habrían,  como saber que la correcta era la que escogería.  Solo lo intento, entendió que nada sucedía sin ninguna razón. 

Así fue, fue la mejor decisión, esta le trajo un amor, una esperanza, y una nueva vida.  Un gran apoyo en su nueva relación la llenaba, este le explico que ya no era una niña ya era toda una mujer y que todo se lo merecía. Busco de muchas maneras las fuerzas que no tenia para demostrarle a todos que era la mejor porque Dios no hace porquerías.

A lo largo del tiempo aprendió a perdonar, pues busco una explicación de su familia, se comunico con su padre y pudo entender, que tenía que pasar mucho tiempo para comprender los errores y que aquel amor le daba la confianza, para aceptar y perdonar aquella larga partida.  

1 comentario:

  1. Debe recordar que cuando escribimos en prosa evitamos que las palabras rimen. Esto se deja para el verso...

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